Día del Trabajador: Cómo la población migrante aporta a la economía del país

A inicios del mes de abril, la Fundación porCausa Chile lanzó el estudio ¿Cuál es la contribución de la población migrante a la economía de Chile? El informe realizado por Ismael Gálvez de la Universitat de Ies Illes Balears y Gonzalo Fanjul de Fundación porCausa viene a desmentir las creencias discriminatorias y xenofóbicas muchas veces arraigadas en el imaginario chileno. Por ejemplo, ¿sabía usted que, en 2024, la población migrante contribuyó con más del 10% del PIB nacional? ¿o que, a diferencia de lo que se lee en redes sociales, los migrantes consumen menos recursos públicos que las personas nativas?

Aunque revela importantes aportes de las personas migrantes en materia económica, el estudio pasó desapercibido por los medios de comunicación masiva, quedando reservado al nicho de los defensores de los derechos de las personas en movilidad humana y a uno que otro medio digital. Una vez más se eligió obviar la contribución de la migración a la sociedad chilena, a merced de unos pocos por convertirlos en el chivo expiatorio de turno.

En el marco del Día del Trabajador, y como periodista en Organización Migrantas —grupo de mujeres migrantes y refugiadas—, me pareció necesario relevar, en específico, el valor del trabajo de estas mujeres, atravesadas por un sinnúmero de factores que tienden a hacer de ellas una población invisibilizada en este y otros ámbitos.

Según datos del informe Aportes de la Migración al Desarrollo Económico, publicado en marzo de 2024 por el Centro de Políticas Migratorias (CEP) y Espacio Público, las mujeres migrantes se desenvuelven principalmente en los sectores de comercio (20,1%), actividades de alojamiento y comidas (12,4%) y servicio doméstico y de cuidados (10,4%). En estos dos últimos sectores las mujeres migrantes presentan una concentración relativa superior a la de las mujeres locales.

Gracias a un estudio realizado por el Laboratorio de Encuestas y Análisis social de la Universidad Adolfo Ibáñez en 2024, se pudo confirmar lo que algunos ya sospechábamos. A pesar de que presentan un promedio mayor de escolaridad que las nativas, las mujeres migrantes son desplazadas a tomar empleos que las precarizan y explotan, llevándolas a trabajar por más horas que la media nacional. Es importante mencionar que esta dinámica muchas veces se ve patentada por la imposibilidad de revalidar sus títulos profesionales en el país por trabas burocráticas.

Aunque en Chile se reconoce la brecha salarial de género como barrera para el bienestar social, muy poco se habla del impacto que tiene el fenómeno en las mujeres migrantes. Respecto de sus pares masculinos —que también ganan menos que los hombres chilenos—, las mujeres migrantes ganan mucho menos dinero por su trabajo. Sin embargo, al trabajo “fuera de casa” se le debe sumar la labor invisibilizada de estas mismas en materia de cuidados y crianza dentro del hogar, pues muchas mujeres son jefas de hogar en Chile al mismo tiempo que sostienen a otros familiares en sus países de origen.

En un país aquejado por el envejecimiento de la población y la disminución en la tasa de natalidad, los trabajadores migrantes son clave en el sostenimiento económico nacional. Gracias a que gran parte de la población migrante llega en edad para trabajar, la necesidad de fuerza laboral en Chile se ve cubierta. Una relación de mutualismo que beneficia a ambas partes de la relación. Hoy las personas migrantes ocupan más del 10% de los empleos del país, y si queremos que siga así es necesario promover una inserción laboral justa para ellos, junto con demostrar el real impacto que tienen en la sociedad chilena.

En el marco del Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras, como Organización Migrantas promovemos la articulación femenina e intercultural frente a las desigualdades laborales vigentes en Chile. Solo mediante la organización de nuestras perspectivas y necesidades lograremos una dignificación laboral para todas, además del resguardo de los derechos ya conquistados, derechos cuya legitimidad pareciera siempre depender de las necesidades de otros. Como dijo Simone de Beauvoir, bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Frente a esto, debemos estar alertas y unidas para velar por nuestras garantías.