Negrocentricxs es un laboratorio comunitario para mujeres negras y/o afrodescendientes que busca generar un espacio de resistencia en el que se rescate y fortalezca la identidad y la conciencia de la mujer negra y/o afrodescediente a través de estrategias y actividades etnoeducativas y socioculturales.
Aprovechamos este espacio para levantar nuestra voz como mujeres negras y afrodescendientes, quienes somos partícipes de una herencia cultural y social importante a través de nuestra historia que es lo que nos une y moviliza. Para nosotras la afrodescendencia y la negritud son procesos revindicatorios, reconocedores de la herencia africana de la población negra en América, pero además es un concepto político, de significación de la experiencia propia y apropiación de espacios políticos históricamente negados.
Las mujeres en la sociedad estamos condicionadas a un segundo plano en una escala de poder absurdamente vertical, en la que quedamos debajo de los deseos masculinos.
Cuando esas condiciones ya difíciles para cualquier mujer, se cruzan con otras características como clase social, país de origen y etnia, la situación empeora rápidamente, pues para las mujeres migrantes y/o racializadas el día a día gira en torno a defenderse del lugar estereotipado que se nos otorga y salir de ahí, aunque se luche con todas las fuerzas es una labor titánica.
Teniendo como antecedente que las esferas de poder social y económico están estrechamente ligadas a la claridad en el color de la piel, somos las mujeres negras en quienes se acentúa más cruelmente la discriminación, y esta se intensifica de manera alarmante, convirtiéndose incluso en violencia física. En Chile varias mujeres negras han encontrado la muerte como consecuencia del racismo. Las mujeres negras y afrodescendientes debemos luchar el doble para encontrar incluso vivienda y trabajo en condiciones dignas, debemos soportar los comentarios libidinosos y fetichizados acerca de nuestra sexualidad y corporalidad, si hemos tenido el privilegio de acceder a la educación superior debemos cargar bajo el brazo los diplomas que lo avalen, y sobre todo debemos demostrar hasta el cansancio que podemos desempeñar otras funciones adicionales a los espacios de servidumbre, cuidado y cocina; adicionalmente si tenemos la consciencia de la problemática que rige nuestras vidas, seremos silenciadas, desacreditadas y nuestras denuncias ignoradas o minimizadas.
Ningún análisis hecho acerca de las realidades de las mujeres racializadas se hace con el afán de generar lástima, contrario a lo que muchos piensan, sino con el único objetivo de poner en el espacio público lo que se quiere dejar bajo el tapete. El llamado es a empatizar con todas las personas en nuestro entorno.
Lo que nos impulsa a continuar transitando en este territorio, es seguir la lucha por un mundo justo y equitativo para todas; hemos sido testigas en carne propia de la dinámica cultural lastimosamente racista y particularmente violenta hacia las mujeres, es por ello que ser una mujer negra en este contexto es estar en alerta y peligro constante.
Todo esto nos motiva a hacer redes con otras mujeres en igualdad de condiciones, mujeres que no tienen un espacio seguro, un espacio de contención, donde puedan expresar libremente sus penas, alegrías, dudas y necesidades, un espacio de aprendizaje de nuestra ancestralidad negra, que lejos de ser lo desprestigiado que muestra la sociedad, está llena de riqueza y majestuosidad, una cultura ancestral que ha pasado por tantos procesos e invisibilización, una cultura que ha sido pisada, ultratajada, vendida, utilizada y poco valorada. Esa es la cultura a la que pertenecemos y debemos conocer para poder empoderarnos y sentirnos orgullosas de haber tenido la bendición de nacer en estos cuerpos.
Y es que uno de los espacios políticos más importantes es nuestro primer territorio, nuestro cuerpo. Nosotras históricamente hemos vivido la violencia racial, misógina y xenófoba por los estereotipos construidos socialmente respecto a la sexualidad del cuerpo de la mujer negra. Por lo tanto, hoy queremos hacer un llamado a todas las mujeres a desfolclorizar, descolonizar y revindicar nuestros cuerpos hipersexualidados y racializados, para que se expresen y se reencuentren con otros cuerpos; de esa manera resistir y reconocernos como mujeres diversas y únicas a través del rescate de nuestra identidad.
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