Emigrar significa dejar tu mundo atrás y entrar a un mundo que no conoces. Para una mujer emigrar representa un desafío aún mayor, o por lo menos esta fue mi experiencia personal. Lamentablemente, nuestra sociedad está caminando muy lentamente a reconocer a una mujer como una persona independiente, y sobre todo, si esta mujer es una inmigrante.
Durante estos días, llamamos a la ciudadanía a prestar atención a ámbitos que afectan a las mujeres, y en particular a las mujeres inmigrantes; como por ejemplo, derecho a la salud pública, las fuertes irregularidades en su ámbito laboral, consecuencias que tienen el miedo de perder el trabajo, entre otras cosas. Debemos luchar contra aquello que discrimina a las mujeres inmigrantes cada día, y enseñarlo a nuestr@s hij@s.
Pero hoy día, quiero llamar atención a lo que parcialmente forma la opinión pública sobre los inmigrantes – la imagen que tiene la inmigración y la mujer inmigrante en el discurso público nacional.
Como lingüista, siempre me ha llamado la atención la distinción que hace la gente chilena cuando habla de los inmigrantes. Se usan normalmente dos términos: «extranjero» e «inmigrante». En mi caso (que soy una mujer blanca y rubia) escucho muy a menudo la frase: «Aw, no, tú no eres inmigrante. Ella sí (refiriéndose a una mujer de piel más oscura que la mía). Tú eres extranjera.» Entonces me pregunto: ¿Qué significa esto? ¿Ser extranjero significa ser mejor? ¿Cuándo empezó a ser el color de piel el factor decisivo en inmigración?
A raíz de esto, les invito a que la próxima vez que abran cualquier periódico nacional (no especializado en estos temas) y vean un artículo sobre inmigrantes, se fijen en las imágenes que acompañan el texto. Nunca se muestra una persona con piel clara en la fila de PDI, en las calles de Santiago, en un consultorio médico, etc. ¿Acaso no las hay? ¡Sí! Pero personalmente, me duele mucho que la imagen que se está formando en la sociedad chilena sobre los inmigrantes, vaya de la mano con el color de piel.
Es increíble el poder que tienen los medios de comunicación para formar la opinión pública sobre temas actuales. No quiero decir acá que son los únicos involucrados en este proceso, pero sí, tienen una parte significativa.
Creo que ha llegado el momento de decir basta y empezar a regularizar nuestra representación en el discurso público sobre los inmigrantes. Tal y como enuncia el Informe sobre las migraciones en el mundo 2018 (ONU), las imágenes de inmigrantes en medios de comunicación afectan el modo en que se piensa sobre la migración y con ello, las prioridades que los responsables de las políticas públicas fijan para tratar temas de inmigración. En el caso de Chile, la situación se está escapando de las manos de los políticos y de las figuras públicas, quien, pues sin tener mayor información, culpan a los inmigrantes por problemas emergentes.
¡Si hay discriminación y racismo en este mundo, mostremos la solidaridad entre nosotras!
El 8 de marzo las chilenas, las colombianas, las haitianas, las peruanas, las venezolanas y todas las mujeres lindas de este país, marchemos juntas por nuestros derechos, por el término de esta doble discriminación en la sociedad, por nuestras hijas, por el país sin racismo!
PD: Sobre la solidaridad entre mujeres:
Nunca voy a olvidar los ojos de una mujer haitiana asustada en el metro a la hora punta buscando alguien en el tren a quién podía mirar. (La triste realidad es que ya no nos miramos, toda la gente va pegada a sus celulares). La miré y me sonrió. Tuve que bajar en la próxima estación, pero siempre pienso que quizás mi sonrisa de vuelta le ayudó «sobrevivir» este caos tan inusual para ella hasta su estación.
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