El Ska de Lolo Mario. Pasión, música y migración… 

…Es complejo migrar, siempre me lo voy a cuestionar…”

A finales del 2022, Mario Silva Navarro (Lolo Mario) junto con la Editorial independiente Camino, lanzaron el libro titulado: “El Ska de Lolo Mario”.

Mario es un chileno que emigró a Alemania en los 90 ‘s. Desde antes de partir de Chile, se dedicó a la música y a coleccionar discos. Se fue con la idea de difundir artistas chilenos del underground en el país europeo, justo en la época donde no existían las redes sociales y las cartas se recibían en la puerta: … “Una tarde llegué a mi casa y en el buzón encontré un sobre proveniente de Villa Alemana, y para mi asombro era una carta de “La Floripondio”, redactada por el propio “Macha” …” [1]

El libro es un ejercicio de memoria tremendo, ya que a partir de su rigurosidad en la recolección de material (discos, singles, vinilos, fotografías, afiches e.t.c.) y de su capacidad de recordación, pudo aunar las experiencias vividas entre Hamburgo y Berlín como sonidista, músico, coleccionista, gestor de reediciones discográficas, selector(dj), pero sobre todo gestor de giras de bandas como “La Floripondio”, “Familea Miranda”, “Undercroft”, “Álvaro Peña” entre otras agrupaciones de México, Chile y Argentina.

A través de sus historias nos sorprende con una crónica sobre cómo se inserta la cultura latinoamericana en el “under” alemán, además acompaña estos relatos con pequeños “tips” que hablan del contexto sociocultural que se vivía en los 90´s en el país germano: “…En los circuitos Folk de Hamburgo, se percibía un aire dogmático, cerrado, quizás el mismo que percibieron los artistas del underground chileno durante la unidad popular….e incluso algunos comentarios eran algo peyorativos con respecto a estos músicos, comentarios que me resultaban una afrenta al valor de la música en su totalidad….La verdad que en la Alemania a fines de los 80´s, los ambientes chilenos y latinos no eran muy estimulantes francamente.”…[2]

Quien ha sido migrante, sabe que, significa adaptarse a muchas variables, como en este caso, el idioma, la forma de hablar, los prejuicios racistas, la confianza en la gente y en la sociedad en la cual estás insertándote. Ser migrante hace que te enfrentes a ti mismo de una manera más privada para reconocerte e identificarte. Cosa que aborda Mario a lo largo de su texto, narrando de manera coherente y sensata los sentimientos que afloran cuando emprende una gestión con todo lo que implica el desarrollo de la misma hasta su total realización.

Para gestar o diseñar eventos hay que ser una persona ordenada, comprometida, intuitiva, tener una gran capacidad para prever las posibles derrotas, y por supuesto tener una pasión inmensa por lo que se hace: “aperrar hasta las últimas”. Así se lee entre líneas la personalidad del autor al narrar la forma, “análoga” por así decirlo, en la que se va abriendo camino en bares, casas okupas, centros culturales y algunos festivales de Hamburgo y Berlín. …”mi sueño era traer artistas del under chileno y sudamericano a Alemania. La idea de por sí no era tan onírica, tomando en cuenta que en Hamburgo se presentaba “La Negra Ester” …claramente eran eventos que distaban mucho de lo que se entiende como gestión independiente …pero la diferencia más profunda entre un circuito y otro lo marcaba el público underground, que era mucho más energético y menos estilizado; a ese público era al que yo quería llegar.”[3]

Una parte muy importante del libro y de la vida del “Lolo” es, su propósito de no dejar morir en el olvido los sonidos que nacieron de las cabezas de grandes músicos creadores chilenos de los 70´s 80´s y 90´s, los que por motivos tan diversos como “falta de compromiso político”, la dictadura, la poca valoración de la creación nacional, la falta de apoyo de las radios chilenas y el no “encajar” dentro del establishment, se fueron borrando de los oídos de los jóvenes de aquellas épocas. : “…De chile casi no había referencias sociales o musicales conocidas afuera, salvo lo político (Pinochet) y lo folclórico (Víctor Jara o Inti Illimani)…”

Su pasión como “arqueólogo de la música” va desenterrando tesoros originales y cada vez que los encuentra en los “persas” de Santiago y Valparaíso, se siente airoso de poder llevar esas joyas al otro lado del charco, vibrando al escucharlas y compartirlas con sus partners coleccionistas. Joyas como el primer disco de “Los Blops”, una de las versiones originales de “El Volantín” de “Los Jaivas” entre muchas otras, son las sonoridades que Mario difundió y contribuyó a poner en valor lo creativo, interpretativo, experimental y sonoro de los músicos chilenos.

Otro punto importante y bastante honesto por parte del autor es, que cuenta no sólo sus aciertos y momentos de éxtasis al lograr consolidar un buen concierto, sino que describe sus derrotas, desaciertos y momentos incómodos, en los que tal vez otro ser humano declinaría. Hacer hincapié en los momentos adversos y tratar de tener la mejor actitud para solucionarlos, hace que se vuelvan aprendizajes y contarlos significa darle una visión al lector sobre la esencia de la vida misma, como lo narra en el capítulo de sus vivencias junto a Alvaro Peña. “…Álvaro no bajó la guardia. El que sí lo hizo, ya superado por la indiferencia y la pésima recepción que estábamos teniendo, fui yo, todo me sobrepasó, y en un acto de absoluto hastío y casi terminando el tema y el show, tiré las baquetas al suelo y le dije, vale no nos pescan”[4]

Otro de los aciertos del “Lolo” es que no se limitó solo al punk rock o al hardcore como géneros a difundir, sino que a medida que pasaba el tiempo y le llamaban artistas para poder generar alguna tocata, como buen melómano, abría su mente y oído para escuchar de manera consciente y poder dar una valoración lo más objetiva posible a quienes se habían tomado el trabajo de crear, interpretar, grabar y darle el privilegio de escuchar su música. Abrió tanto su espectro musical, que terminó pinchando sonidos de nombres inesperados pero que tan solo con oír su “título/género” se vuelven totalmente interesantes, como bien lo dice: “…siempre he seleccionado y buscado material de un amplio espectro… funk de Etiopía, cumbias finlandesas, o garage peruano…”[5]

La labor del “Lolo” de coleccionar, investigar, escuchar, conversar y gestionar las instancias dónde difundir la música chilena no masiva, en un país totalmente alejado y distinto de los códigos culturales, nos hace entender que la pasión por lo que nos gusta, va más allá de la racionalidad de cualquier persona, y que al igual que la vida misma, nos adentra en un camino que no está trazado pero que con el tiempo comienza a construirse y a ser valorado o por lo menos aporta un grano de arena, en este caso, para la cultura latina y chilena que está tan “folklorizada” y “caricaturizada”.

Para culminar el libro, Mario entrega una especie de sistematización de sus procesos como gestor: cómo poder contactar a los posibles interesados, la entrega del material musical, y los tratos a los que se pueden llegar en términos económicos para dignificar el trabajo del músico. Esto nos da cuenta del aprendizaje del autor y de la capacidad que tuvo para poder profesionalizar su trabajo basado totalmente en la experiencia.

Lolo sentó un precedente en su circuito logrando insertar la música chilena de una manera muy sutil mezclándola con sonidos anglo para que la gente pudiese tener un referente y así poder conquistar al bailador/auditor con la creación traída del sur del mundo. “…Un reguero de skinheads, ¡se dejaba caer en el local (Club Jolly Roger de Hamburgo) y a parte de pinchar los clásicos de la música Oí! y el Ska, preparaba un segmento con cumbias y punk rock latino. Ya avanzada la noche, era increíble ver bailar y saltar a los skinheads al ritmo de “Corazón Rebelde”, “Los Vikings 5” ó “Los Prisioneros”…[6]

En definitiva, el libro es una crónica migrante – musical que nos transporta por experiencias agradables y desagradables que tuvo el autor en la escena “underground” en la Alemania de los 90´s a los 2000, y la forma como un chileno totalmente apasionado por la música, logra aportar un grano de arena y poner en valor la creación músical de su país para insertarla en un circuito muy dogmático y con bastantes prejuicios. El texto también es una parte desconocida (que ahora podemos leer) que aporta a la historia del desarrollo de la música chilena.


[1] Silva Navarro, Mario (2022) El Ska del Lolo Mario. Santiago. Editorial Camino p.39.

[2] Silva Navarro, Mario (2022) El Ska del Lolo Mario. Santiago. Editorial Camino p.14.

[3] Silva Navarro, Mario (2022) El Ska del Lolo Mario. Santiago. Editorial Camino p.29

[4] Silva Navarro, Mario (2022) El Ska del Lolo Mario. Santiago. Editorial Camino p.175

[5] Silva Navarro, Mario (2022) El Ska del Lolo Mario. Santiago. Editorial Camino p.289

 [6] Silva Navarro, Mario (2022) El Ska del Lolo Mario. Santiago. Editorial Camino p.293

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