En la actualidad, diversos sectores y especialistas en migración transnacional han observado un crecimiento sostenido de los flujos migratorios y su impacto en los países receptores. En varios países del sur de América Latina, esta práctica profundamente humana ha adquirido protagonismo en distintos ámbitos —culturales, económicos y políticos—, e incluso ha sido objeto de criminalización.