Esta es la historia del artista chileno que durante los años setenta divertía a todos los colombianos en la televisión y que hoy puede contar una vida llena de altibajos extremos.
Luis Alberto Noya Sanmartín nació en Santiago de Chile hace 64 años en un ambiente circense, ya que su padre, Alberto Noya, era empresario de este mundo. Luego de mucho viajar por Chile y varios países se radicó finalmente en Colombia donde había nacido Luis Miguel, otro de sus hermanos.
Su padre lo bautizó en el mundo artístico a los siete años como el payaso “Tuerquita”, que junto a su hermano, el payaso “Bebé” y “Pernito”, su padre, eran las estrellas de la televisión colombiana cuando aún se transmitía en blanco y negro, en un programa muy popular llamado Animalandia.
En medio de la fama y el éxito, por ser los primeros payasos en llegar a la televisión “cafetera”, también aparecieron los días oscuros para “Tuerquita”. El mundo de las drogas lo atrapó desde muy temprana edad fumando marihuana de manera adictiva y también pasando por drogas más fuertes como la heroína. El alcohol también estaba presente.
“Fui un payaso falso, mentiroso, drogadicto, alcohólico” , dice el artista.
Según cuenta, llegó al mundo de las drogas y el vicio por curiosidad, pero con ello sólo consiguió quedarse en ese horrible mundo que le destruyó la vida en ese periodo. Muy pocas personas sabían que aquel payaso que entretenía a los niños en la televisión con sus pilatunas, salia al aire la mayoría de las veces drogado, y que el dinero que ganaba como estrella se lo gastaba para consumir más.
Su conducta lo llevó a aislarse de la familia. Su papá “Pernito”, no lo podía llevar a cumplir contratos porque tenían que sacarlo de las reuniones ya que llegaba drogado.
Las condiciones llegaron al extremo, que llegó a vivir durante 8 años en la calle, 2 años sin bañarse y a buscar comida en las canecas de la basura en lo que alguna vez fue la “Calle del cartucho”, un lugar deprimente en la capital colombiana y que hoy no existe. Colombia lo había olvidado. Ahí, en las duras calles, un vendedor de droga le propinó cuatro puñaladas que “le salvaron la vida” como él lo cuenta.
Al borde de la muerte se acordó de Jesucristo: “Lo invoqué con toda el alma y él me oyó y me dijo: Cree en mi que aunque estés muerto vivirás. En ese momento sentí que él jamás me había abandonado, a pesar de mi situación” , dice.
Su padre nunca dio la autorización para que lo operaran, porque prefería verlo muerto, que en la extrema situación del mundo de las calles y la droga. Sin embargo, los médicos lo operaron con éxito, salvándolo del mismísimo “más allá”. Prácticamente volvió a nacer. Una semana después abandonó ese centro asistencial y durante un año estuvo en rehabilitación. Hoy en día es un hombre nuevo.
Su padre “Pernito”, aquel artista y empresario chileno, que alguna vez decidió radicarse en Colombia para alegrar a las familias durante casi dos generaciones, murió el 27 de junio del 2003 y fue despedido por otros reconocidos artistas y personajes en la carpa colorida de su circo. Su hermano “Bebé” murió en el 14 de mayo del 2009 tras sufrir de una diabetes por muchos años.
Hoy, totalmente recuperado desde hace muchos años y con la tranquilidad de haber hecho las pases con toda su familia cuando correspondía, está tranquilo y feliz. La vida le regaló una esposa y dos hijas y hoy en día recorre el país colombiano exaltando el nombre de Dios, dictando su conferencia titulada ¿Dónde estás, papá?, sobre prevención a las drogas, y lo hace vestido de payaso. Al mismo tiempo trabaja en la creación de una fundación que se llamará Rescate en Acción. Tuerquita por Colombia, que vela por los desplazados, por las niñas prostitutas y por los niños violados.
Fuente: El Espectador
Foto: El Espacio
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